Una mujer
de 50 años llega al consultorio con un quiste sinovial en el empeine del pie
izquierdo. Cuenta que el quiste fue creciendo, pero no recuerda ninguna
situación que haya iniciado esta acumulación de líquido en el empeine.
Tuvo un
golpe sobre el quiste que lo empeoró. Era voluminoso. Le molestaba, le dolía y
ya estaba para cirugía. Empezaba a tener problemas con el calzado.
En dos
meses hizo seis sesiones de osteopatía. Se trabajó desde el cráneo y en la circulación
de los fluidos. El quiste se redujo.
Luego de
esos dos meses iniciales, la frecuencia del tratamiento se espació a una vez
por mes y la paciente mantiene un tratamiento mensual hasta la fecha. El quiste
desapareció.
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