
Fluir. El osteópata "dirige" y balancea el fluido con sus manos hasta que el cuerpo encuentra el equilibrio. Una mano puede sugerir una dirección y la otra recibe el movimiento y percibe como se acomoda por sí solo. Nadie puede forzar al fluido: las manos dan lugar a que el cuerpo sólo encuentre su centro. Cuando el fluido llega a las zonas lesionadas, doloridas, enfermas, la salud es restituida.
Pensar. El pensamiento es conectividad y conectividad es también el vínculo que se establece entre el paciente y el osteópata. Pensar es cambiar físicamente la realidad. Los sanadores son aquellos que piensan en la salud y en la enfermedad de sus pacientes y el osteópata piensa a sus pacientes a través de sus manos, de sus ojos y de sus oídos, llegando a las profundidades del organismo, ayudando a que el fluido circule, a que el cuerpo encuentre su equilibrio y sane.
Nota original publicado en el Diario La Mañana de Bolívar.
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