El tratamiento craneal en la Osteopatía


El Dr. Andrew T. Still fundó la Osteopatía a fines del siglo XIX basado en el principio de “anatomía, anatomía, anatomía”. En 1982 abre la primera escuela de Osteopatía en Missouri, USA y a comienzos del siglo 20, el Dr. William Sutherland es alumno de la escuela y crea el concepto craneal.

Un pensamiento inspirador lo empujó hacia esa búsqueda. Se dio cuenta de que las suturas de los huesos del cráneo estaban diseñadas para realizar movimientos muy sutiles. Empezó a investigar en sí mismo impidiendo la movilidad de algunos huesos de su cabeza. Para eso construyó un casco de vendas de lino y tiras de cuero que podían apretarse en distintas direcciones impidiendo que se produjeran los movimientos naturales.

Experimentó dolores de cabeza, malestar estomacal, tensión craneal, malestar general y desorientación. También comprobó que cuando las tiras se tensaban en otra dirección sentía alivio y mejoría en la circulación craneal.

A partir de este concepto craneal que desarrolla,  elabora técnicas para liberar las compresiones o lesiones en los huesos del cráneo y encuentra el movimiento respiratorio primario que tienen todos los tejidos vivos. Denomina movimiento respiratorio primario a ese aliento de vida, a la expansión y retracción que presentan todos los tejidos vivos.

“Los dedos que piensan, sienten y ven, son nuestros instrumentos. Sienten y ven como el tejido se mueve, éste arte se llama Osteopatía”,  dijo Sutherland.

Diagnostico craneal
El Osteópata, a través del diagnóstico craneal, siente como está distribuido el líquido en la cabeza: para qué lado se acumula, percibe fijezas,  la falta de vitalidad, si hay zonas que están comprimidas y no permiten la buena circulación.

La circulación se percibe en forma de mareas longitudinales y transversales que bañan todo el organismo. Un buen trabajo craneal profundiza el trabajo local (como por ejemplo dolor en rodillas, cervicales y nuca, molestias en la cintura, problemas de columna). Desde la cabeza llegamos a todo cuerpo. El proceso de curación favorece una distribución equilibrada de la fuerza vital del cuerpo.

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